Biografía

El principio

Corría el invierno del 97 cuando un servidor, Kutxi Romero, después de haber pasado los últimos cinco años cantando en bandas de Berriozar como los punkis A. T. Z o los trashers Kintal y harto de darme cabezazos contra todo, decido montarme mi propia película, una banda acorde a mis gustos con gente que le guste el rokanrolillo de siempre, el de tó la vida, sin ansias de innovar y pasando de las nuevas tendencias que por esos días inundan el paisaje musical de Iruña. Para ese fin decido llamar a Alen Ayerdi, ex batería de Begira que, aunque ya está embarcado en un proyecto llamado El Nido Del Cuervo , no duda en unirse a mi dado el buen rollo existente entre nosotros y la similitud en los gustos. Seguidamente me pongo en contacto con Edu Beaumont, conocido por estos lares como El Piñas, un macarrilla que había conocido hacía un año y que, a pesar de no haber tocado anteriormente en ningún grupo, mi amistad con él me hace insistirle en que toque el bajo conmigo, al final accede y es quien me pone en contacto con César Ramallo, un coleguilla suyo con el que no tengo mucho trato pero que me cae bien a la primera y su ilusión por entrar en la banda hace que lo trinquemos de guitarra. Con la banda casi formada, decido que tenemos que coger a otro guitarra, pero no un cualquiera, sino alguien que tocara de verdad, que se encargara de la parte solista y que le diera brillo a los temas, vamos, un fierilla, y para eso hablo con David Díaz, alias el Kolibrí, prestigioso guitarrista con el que ya había tocado anteriormente y que sabía que era el refuerzo perfecto para nosotros cuatro, que, aunque rabiosos y con ganas, nuestros conocimientos musicales distaban mucho de los suyos. Al Kolibrí, aunque en esos días anda como loco con su banda de Soul, The Forrest Band , y liado con mil grupos y proyectos, le gusta la idea y el 24 de Diciembre de ese mismo año, a la par del nacimiento del hijo de un Dios que nos cae un poco lejos, nace La Patera.

Lo de siempre


Si titulo a esta parte Lo de siempre es porque lo que sucedió en los siguientes meses es lo de siempre, osease, muchos ensayos, hacer temas, muchas risas, días guapos de colegueo y de hacer que aquella historia sonara, compaginar los ensayos con el curro, conversaciones llenas de sueños e ilusiones sobre lo que podría pasar, etc.., pero con la diferencia de que, modestia aparte, no sé, aquellas canciones hechas con la fuerza de lo veinteañeros que éramos, pasadas por la criba de los detalles de Kolibrí y las potentes
bases rítmicas con las que contábamos rezumaban fuerza y feeling, eran distintas a todos los rokanroles, más rápidas, las letras, yo que sé, pero yo cada día me lo creía mas y los demás también.

En Junio del 98, y con media docena de canciones, ya nos pica el gusanillo de tocar por ahí y empezamos a dar una serie de conciertos por la zona que hacen que poquito a poco se nos vayan uniendo más adeptos y que pensemos seriamente en hacer una grabación.
Así que la primera semana de Febrero del 99, con ocho canciones, cuatro pelas, mogollón de curro en los temas y más cara que espalda nos metemos en los estudios Sonido XXI de Esparza de Galar (Navarra), dispuestos a grabar en cinco días nuestro primer disco ante el estupor de los técnicos del estudio, los hermanos San Martín, que se hartan de decirnos que eso no es un disco, que es una maqueta y que con eso no vamos a ningún lado, que nos lo quitemos de la cabeza, que eso no es un disco, que está grabado en muy poco tiempo, que si patatín, que si patatán, pero nosotros, todo cabezones, supercontentos con el sonido y la calidad de la grabación, lo autoeditamos en una pequeña tirada de 500 copias decididos a darle la brasa a todas las discográficas, ya tenemos nuestro primer disco, lo titulamos Marea.


Se lía parda


Con el disco en la mano decidimos ponerlo a rular por los garitos de Iruña y a venderlo de mano en mano y, Alén, tirando del Internet del vecino, consigue las direcciones de un montón de discográficas a las que se lo hacemos llegar con la esperanza de que alguien nos haga caso. Los resultados no tardan en llegar, el baranda de BMG, una multi, me pega un toque diciéndome que si el disco le ha molao mogollón, que está de puta madre y que nos quiere hacer un contrato lo antes posible, total, que a los dos días se presentan dos tíos de Madrid con unos contratos para cinco discos dispuestos a que los firmáramos ese mismo día. Nosotros estábamos giñaos y escépticos a la vez, por todo eso que se oye que las multinacionales son todos unos hijos de puta, que como les firméis os pueden arruinar la vida, que andaos al loro que eso es un mundo de lobos, así que cogemos el contrato y se lo llevamos al jefe de otra compañía de discos que también estaba interesada en nosotros y, con cara de lo que somos, unos pardillos, le suplicamos ayuda, que qué hacíamos. Este señor, que tranquilamente nos podría haber mandado a la mierda, se deshizo en atenciones y se miró los contratos de pé a pá, alentándonos a que lo firmáramos y a tirar palante, que coño, que somos jóvenes, joder, y si acabamos a navajazos con todos, pues mira. El 22 de mayo del 99 firmábamos un contrato con BMG/RCA para un porrón de discos, nosotros, los kinkis de Berriozar, tócate los cojones.


Con la compañía

La compañía quiere editar a nivel estatal el disco que hemos grabado tal como está, sin remasterizarlo ni tocarlo ni tonterías de esas, lo cual a nosotros nos parece de puta madre, pero nos comentan que, si no tenemos el nombre registrado, que lo registremos, no vaya a ser que tengamos algún problema, que nos podemos meter en algún berenjenal, pues nada, cual es nuestra sorpresa cuando, al ir a registrar el nombre, nos enteramos que ya hay un grupo en Melilla que se llama La Patera. Localizamos al susodicho grupo y nos enteramos de que no son un grupo muy estable, que lo hacen por juntarse y eso, pasar el rato, así que les pedimos a ver si nos pueden ceder el nombre. Nanai. El nombre es suyo y que nos busquemos la vida. Joder qué putada. Pues nada, nos cambiamos el nombre, si el disco se titulaba Marea ahora se titularía La Patera, y si antes nos llamábamos La Patera, ahora nos llamaríamos Marea, y Marea se quedó, por eso del mareo de nombres.
Total, que con el disquillo en la calle, nombre nuevo y todas las ganas del mundo se nos ofrece la posibilidad de hacer una minigira con los sevillanos Reincidentes, con los que haríamos ocho conciertos a nivel estatal en el mes de Septiembre y en los que conoceríamos a gente como los Narco o los Porretas .

Cuando terminan los bolos con los Reincidentes volvemos al norte y nos liamos a tocar por todos los sitios de Euskal Herria que nos llaman, con mogollón de conjuntos de aquí como Buitraker, Etsaiak, Soziedad Alkoholika, La Polla y otros muchos grupos que no ponemos porque no nos cabrían todos. Las relaciones con la multinacional de los cojones no van ni medio bien, así que en Abril del 2000 deciden que sobramos en el panorama de Joaquines Sabinas y Niñas Pastoris y directamente nos mandan a tomar por culo, sin palmadita en la espalda ni ná, de puta madre, se acabó la tontería. A la semana siguiente firmamos con GOR, una compañía de Iruña que siempre nos ha tratao bien. Así que a últimos de Julio nos metemos a grabar nuestro segundo disco, al que titulamos Revolcón.

El Revolcón

El día 15 de Septiembre de 2000 sale a la calle Revolcón, después de que durante unas semanas previas estuviera sonando en la radio el single Barniz, que tuvo una gran aceptación y creó tal expectación que a la firma de discos que hicimos el día de salida acudieron casi doscientas personas. La verdad es que GOR estaba haciendo una campaña de promoción muy buena y nosotros nos estábamos pateando todas las radios y fanzines habidos y por haber vendiendo la moto. Enseguida nos liamos a hacer una gira estatal con Flitter que se salda con casi setenta conciertos por todo el estado, ochenta mil kilómetros de furgoneta y una cosecha de seguidores que se va incrementando en cada concierto. Estamos contentos y ufanos, así que cogemos todos los convencionalismos que conlleva el tener un trabajo que por estas fechas no hace más que molestarnos y los tiramos a tomar por culo. Ahora, cuando las familias nos preguntan a ver donde estamos currando les decimos que somos músicos, que queda mejor que decir que estamos en paro y que sacamos dos mil duros cada uno por bolo. Más vale comer poco y cagarlo a gusto.


Se jodió lo de GOR

Con todo el follón farandulístico que hemos tenido durante todo el 2001 no le hemos hecho mucho caso a la compañía, así que nos damos cuenta de que llevamos unos cuantos meses sin saber de ellos, no tenemos ni idea de cómo han ido las ventas y cuando llamamos nos responden con evasivas así que nos empezamos a oler que nos están tangando otra vez. Hacemos una reunión con GOR en la que nos liquidan cuatro perras de royalties y de la que salimos con ganas de pegarle fuego a todas las compañías de discos y a su puta madre. Así que decidimos cambiar de casa de discos. Vamos barajando la posibilidad de grabar con DRO, que aunque a sabiendas de que nos van a volver a torear, por lo menos nos da unos adelantos con los que poder pasar el invierno mientras preparamos lo que será el tercer disco.


A Madrí

Así que durante los meses de Octubre y Noviembre de 2001 vamos negociando un contrato de un par de discos con DRO, todo mediante abogao y papeles, nada de tratos personales que lo único que nos han reportado ha sido cara de gilipollas. Todo muy burocrático y muy asqueroso, pero visto lo visto no hay otra. El romanticismo en el rokanrol ha muerto hace tiempo, y nosotros sin enterarnos, me cago en Dios. Llegamos a un acuerdo y, en Febrero de 2002, a las órdenes de Iñaki "Uoho" Antón, guitarra de Extremoduro y Platero y Tú, nos metemos a grabar nuestro tercer disco, al que titularíamos Besos de Perro. Durante dos meses estuvimos encerrados en casa del Uoho haciéndole madrugar, cosa a la que no estaba muy acostumbrado, y se involucró de tal manera en el disco que el resultado es inmejorable. Iñaki nos hizo cumplir con su trabajo un sueño que para nosotros ya es inolvidable. Nos enseñó que había puertas a las que sólo hay que empujar un poco para que se abran. Aprendimos más con él en dos meses que lo que habríamos aprendido estudiando libros de rokanrol en toda la puta vida. Iñaki fue un miembro más del grupo durante la grabación. El también fue un Marea. Se le puso cara hasta de albañil. Así que su rúbrica, además de en los créditos y en el sonido del disco, también estará en nuestros corazones para siempre. Además, se arrimaron para colaborar el Robe y el Fito, Martín Romero, (cantante de Bathoo, que ya había colaborado en el de La Patera), Arantza Mendoza y un montón de compadres, haciendo de Besos de Perro el disco más completo de los que teníamos hasta la fecha.

El copón.

El disco salió a la calle el día 22 de Abril del 2002, día que empalmamos con una gira de ocho meses en la que hicimos ochenta y un conciertos por todo el estado. Además fuimos a Mallorca, tú, siendo la primera vez que nos montábamos en un avión para ir a tocar. Joder, como los Rolling, compadre.
Sin darnos cuenta se nos iba acumulando un cansancio mental que no nos hacía disfrutar de nuestra posición privilegiada de comer del guitarreo. Nos estábamos cansando de tocar. Peligro. Demasiados conciertos. Demasiados kilómetros. Nos dimos cuenta de que en cinco años no habíamos parado, que habíamos actuado más de doscientas veces y de que era hora de hacer un punto y aparte. Era hora de parar un poco. De pensar a ver que íbamos a hacer. Decidimos que el día 28 de Diciembre del 2002 haríamos el último concierto de la gira 2002 días de perros Tour. Ese día, junto a Silencio Absoluto, Fito Cabrales, Uoho, Alfredo Piedrafita, el Drogas, Martín Romero, Iker Dikers y ochocientas personas que llenaron la sala Artsaia, nos despedíamos de los escenarios. Lo que no sabíamos era hasta cuando.


Hormigón, escombro y canciones

Las riadas del invierno nos inundaron el local de ensayo, así que con la guita que habíamos ahorrado durante la gira decidimos fabricarnos uno propio y dejarnos de alquileres y de ostias. Venga, de perdidos al río. Y nunca mejor dicho. Nos hicimos un local elegante, compadres, cambiamos durante cuatro meses las guitarras y la batería por una hormigonera, ladrillos, escombro y un montón de horas de doblar la chepa. A la vez no parábamos de componer. Venga a hacer canciones. Pero ésta vez sin la presión de ensayar los temas viejos ya que no pensábamos tocar en directo hasta que hubiéramos hecho un disco nuevo. Un disco guapo. Nosotros, en contra de lo que pueda pensar la gente, somos bastante ceporros, así que nos costó casi todo el año 2003 hacer una docena de canciones que nos convencieran. Pero las hicimos, vaya que sí. En Octubre de ese año ya teníamos acabado el disco y el local de ensayo. Además de los riñones hechos un cristo, claro.


Al Kolibrí el asunto de la producción de discos siempre le había gustado. De hecho, todas las maketas y preproducciones las habíamos hecho en su miniestudio casero. Un día, en el ensayo, se puso muy serio y nos dijo que el disco nuevo se lo quería producir él mismo. Pues olé tus huevos pelonchos, le dijimos. Y el día nueve de Diciembre del 2003, bajo su batuta y con la ayuda de la sonrisa y el buen hacer de Aitor Ariño, empezamos a grabar, en los Estudios Lorentzo Records de Berriz nuestro ¡cuarto disco!, joder como pasa el tiempo.

A las penas, puñalás

Un día, viendo la tele, descubro un dato interesante. En un programa de marujeo comentan que la media de vida de un ser humano es de setenta y seis años. De inmediato me echo las cuentas y me salen veintiocho mil días. Veintiocho mil días a puñalada por día son veintiocho mil puñaladas, pienso. Qué buen título para el disco nuevo, cojones. De inmediato llamo a Ramone, que es un ilustrador que me encanta para encargarle la portada. Le digo el título y lo dejo a su aire. Tú verás, Ramone, dibuja lo que te sugiera.

Por otra parte, durante la grabación del disco se van cumpliendo sueños a una velocidad vertiginosa. En poco menos de una semana graban en el mismo el gran Manolillo Chinato, poeta y amigo, y el mismísimo Rosendo Mercado. El día que Rosendo vino al estudio casi me pega un infarto. No lo podía creer. La persona con cuya música había crecido, no sólo yo, sino toda una generación de rockeros, estaba preguntándome mi opinión acerca de si lo estaba haciendo bien o mal a través del cristal del estudio. Increíble. Ya me puedo morir tranqui, pensé. El disco sale a la venta el día 22 de Abril del 2004. En menos de una semana nos comunican que ya somos disco de oro y de que también nos van a entregar el disco de oro de Besos de Perro, que a estas alturas también ha vendido más de cincuenta mil copias. No nos da tiempo a asimilar tantas buenas noticias ya que la gira la empezamos de inmediato. La acogida es espectacular. Llegamos a meter diez mil personas en Madrid, en la plaza de toros de Vistalegre, y otras diez mil en la plaza de toros cubierta de Leganés. Llenamos en casi todos los recintos del estado en los que tocamos. No podía ir mejor. Pero como dice el principio de Peter, todo lo que tiene un cincuenta por ciento de posibilidades de salir bien, tiene un setenta y cinco por ciento de posibilidades de salir mal. Tate.

Doy un brazo por el rock

La gira transcurre sin sobresaltos, dada la profesionalidad del equipo con el que trabajamos, así que los momentos de ocio cada vez son más y más distendidos. Siempre con alpiste de por medio. No me doy cuenta de que me estoy endiñando una media de dos litros de Ron Cacique por noche. Dos litros como dos soles. Se suceden los pedos sin darme cuenta de que llevamos unos sesenta conciertos de gira. Sesenta conciertos a dos litros por noche. Ciento veinte litros de ron. Si me pegan fuego estoy ardiendo quince días por lo menos. En fin, el caso es que en Lleida la lié. El 20-N de ese mismo año fuimos a dar un concierto a Lleida. Llegamos al pabellón a eso de las seis de la tarde. Como ya he dicho, a esas alturas llevábamos unos sesenta conciertos de gira, así que estábamos relajados. Todo funcionaba engrasado. Después de probar sonido, a eso de las siete de la tarde, me senté en una mesa del camerino con un libro y una botella de Cacique a la que a la hora y media aproximadamente sucedería otra. Alrededor de las once entra el Perrako, nuestro manager, al camerino a comunicarnos que salimos al escenario en cinco minutos. Es al levantarme de la silla para ponerme el traje y el sombrero cuando me doy cuenta del cuesco que llevo. De lo demás que ocurrió tengo difusos recuerdos. Recuerdo tirarme al público en la tercera canción. Dado que la media de edad y peso de las personas que acuden a nuestros conciertos es de dieciséis años y cincuenta quilos y de que yo mido uno ochenta y peso ciento diez pues imagínate. La hostia contra el suelo fue brutal. Caigo sobre la parte izquierda de mi cuerpo y mi brazo suena como el quebrar de sarmientos. De lo demás poco más recuerdo. Ambulancia. Hospital de Lleida. Un trato lamentable, no me operan de urgencia y me mandan al Hospital de Navarra con el brazo colgando y un diazepam para que me tranquilice. Me desmayo por el dolor a intervalos de cinco minutos. El Piñas me pone una cartera en la boca para que muerda y nuestra furgoneta vuela hacia Pamplona a doscientos kilómetros por hora. Compadres, lo peor de todo es que si la palmo se me va a recordar como el tío que la palmó el mismo día que el Generalísimo. Mantenedme vivo aunque sea hasta mañana, cojones.

Me operan dos días después ya que no hay cama para mí en el hospital y tengo que hacer cola. Es lo que tiene la seguridad social. Me mantienen sedado y me dan una caja de Nolotiles para que me los vaya administrando a mi criterio según la intensidad del dolor. En los veinte días de ingreso me doy cuenta de que acabo de dejar a quince personas sin trabajo y a cuatro mil más en un pabellón de Lleida con la boca abierta. Mierda. Les digo a los Marea que no suspendan la gira, que la aplacen, que en cuanto me pueda valer un poco la retomamos. Decido dejar de beber.

Una vez recuperado retomamos la gira y hacemos los veinte conciertos que nos quedaban. Al tercer concierto ya le estoy metiendo de nuevo al Cacique. Mañana lo dejo, que dice el Albert Pla. Mentira puta. En el último bolo de la gira, el día del padre de 2005 en La Casilla de Bilbao, no me bebo dos litros, sino tres, me hago con una maquinilla una cresta ridícula y con una bici que no sé de donde saqué me voy a dar un piri por Bilbo a las tres de la mañana con toda la comitiva de coches y furgonetas del equipo siguiéndome. Se acabó la gira, todos al pueblo.

Volvemos a hacer un parón. Esta vez parece que va a ser para largo. No tengo ni putas ganas de volver a subirme a un escenario en la puta vida. Me recluyo en Berriozar y apenas salgo del pueblo si no es para hacer alguna gestión o algo que nadie puede hacer por mi. No voy a conciertos ni a ensayar. He perdido la ilusión. Demasiada entrega me ha vaciado y me tengo que llenar. A mi manera. Eso supone una temporada de desintoxicación. Escribir siempre me sentó bien. Así que poquito a poco voy escribiendo estrofas y frases. También termino una novela que está esperando publicación. Todo a su tiempo. Durante dos años no me impongo ningún tipo de disciplina. Aparezco por el local de ensayo de vez en cuando y voy metiendo letras y acabando las canciones que el resto de los Marea van fabricando en mi ausencia. En el verano de 2006 y con unas cuantas canciones terminadas les comunico a los Marea que tengo ganas de salir de gira y de grabar un disco. La euforia es general. Me impongo una autodisciplina de ir a ensayar todos los días y en Noviembre de ese año tenemos el disco terminado. Los temas son guapos, en nuestra línea. Con las perras que hicimos en la gira anterior compramos un montón de cacharros para grabar, así que decidimos registrar el disco en el local de ensayo. En honor al primer coche en el que escuchábamos música, con un casete que sonaba como el mismísimo infierno, bautizamos al estudio con el nombre de Sonido R-5. Kolibrí y Fran Ramírez agarran las riendas del mismo y, con ánimos renovados, empezamos a grabar el que será nuestro quinto disco a principios de 2007.

Puta vida

Llegado el ecuador de la grabación fallece June, la compañera de Alén. Todo se desmorona. No sabemos qué hacer. Todos tenemos los ánimos por los suelos, pero Alén, con los cojones de un toro, nos pide que acabemos el disco, que no muera nada más. Su fuerza y valentía nos impide apalancarnos, así que sacando fuerzas de donde no las hay, el disco se acaba y sale a la calle el 24 de abril con una sombra de tristeza que envuelve todas las canciones.

La gira arranca en mayo con un montaje espectacular. Todo está al milímetro. Un escenario precioso, recintos repletos, buena organización, la familia a nuestro lado, los compadres de La Renga que se vienen desde Argentina para acompañarnos en algunos conciertos… La vida se nos ríe en la puta cara. Al momento cumbre del conjunto en lo musical lo acompaña la tragedia de lo que nunca volverá. Aun así somos conscientes del momento dulce que vivimos e intentamos retener en las retinas cada segundo. El ritmo es frenético, lo cual viene muy bien a nuestras torpes cabezas para que no se enturbien.

Con la frente marchita

El Perrako nos ofrece la oportunidad de ir a tocar a Latinoamérica. Al resto de la banda se les incendian las pupilas y no hacen más que lanzarme llamas. Saben que para mí, salir de Berriozar supone salir de Mordor y ya no te digo saltar un charco de doce mil kilómetros. Me lo pintan tan bien que no puedo decir que no. Más vale. Lo que sucedió en Argentina no lo puedo narrar con tinta ni con palabras. Es imposible. En noviembre de 2007, los Marea vivimos en Argentina y Uruguay las experiencias más hermosas de toda la existencia del grupo. Podría estar quince páginas intentando explicaros todas las sensaciones que nos produjo el pisar aquellas tierras, pero no me acercaría ni de lejos, así que sólo diré que en aquellas dos semanas nos dedicamos a practicar el acto más antisistema que existe: sonreír. Lo grandioso de aquellos conciertos quedará por siempre eclipsado por la grandeza de las personas a las que tuvimos la suerte de abrazar: La Renga, La Vela Puerca, El Tano Boto, Maxi Infopunk, Natacha Nesca… pues eso, lo que os digo, quince páginas serían pocas.

Y van diez

Entre ponte bien y estate quieta, para cuando llegamos de Argentina caemos en la cuenta de que llevamos diez años juntos y, como somos mucho de celebrar, en diciembre acordamos sacar al mercado una réplica a escala de la mítica furgoneta que nos ha hecho devorar ochocientos mil kilómetros y llevarnos a cientos de lugares. Dicha furgoneta iría rellena de dos discos con nuestras mejores canciones así como de rarezas y versiones, dos deuvedés con videoclips y canciones en directo, además de un libro de fotos y una biografía escrita por Óscar Beorlegui. En la presentación de la furgo, a la cual llamamos Coces al aire, se nos hace entrega del disco de oro de Las aceras están llenas de piojos, así como el de platino por 28.000 Puñaladas. Dicha entrega viene de la mano del maestro Rosendo Mercado. Me dan ganas de llorar todo el rato. Hay que tener cuidado con los sueños; a veces se cumplen.

Mejor no se puede

El Piojoso Tour no puede ir mejor. Estamos tocando como nunca y yo ando relativamente tranquilo en la ingesta de ron, así que llegamos a la recta final de la gira sin rompernos nada y con la inmensa mayoría de las neuronas en perfecto estado operativo. Hemos hecho más de setenta conciertos y, para el concierto del Palacio de los Deportes de Madrid, en marzo de 2008, montamos un escenario que se caga el lorito y lo grabamos todo para que nuestros hijos, en un futuro, puedan ver que sus padres hicieron algo más que el ridículo en esta puta vida. Diez mil personas pueden dar fe de ello.

Y así, como en un suspiro, llegó el 10 de Mayo de 2008 y, junto a Txarrena, en el Pabellón Anaitasuna de Pamplona, entre lágrimas de felicidad, hicimos el último concierto de una gira que se me antoja insuperable.

Matando el hambre

Tras la gira, y como no somos mucho de juntar cuartos, cogemos las perras que hemos ganado y las que vamos a ganar en los siguientes años y las invertimos en una nave industrial a las afueras de Pamplona, en la que centralizamos todas nuestras actividades, dígase merchandising, taller, local de ensayo, almacén y un flamante nuevo estudio al que bautizamos con el nombre del anterior. También construimos en la parte de abajo unos cuantos locales de ensayo económicos para que ensayen los grupos de la zona, sin límite de horario y acondicionados de la manera que nosotros nunca tuvimos y siempre anhelamos.

El hambre de música sigue presente. En los meses que siguen a la gira el Kolibrí produce a unos cuantos grupos, el Piñas se va de gira con No Relax, el César se encarga de la infraestructura de la nave y los locales, el Alén saca su segundo disco con Calaña y yo me hago un disco con Ja ta Ja, un grupo flamenco de Iruña. Pero no dura mucho. La calavera de los Marea enseguida empieza a abrir la boca y en invierno empezamos a juntarnos.

Las canciones van goteando. Mucho rock & roll. Muy buena pinta. No hay presión, ni prisa, ni concesiones a nada que no sea de calidad. De pronto tenemos un buen puñado. Pues habrá que grabarlas. Pues venga. Kolibrí dice que hay un guiri que se llama Mike Fraiser que es el sumo sacerdote de las mezclas y que le gustaría tantearle para ver si mezclamos con él. El rollo es que el tío vive en Vancouver, que está por Canadá, y que es más caro que un hijo yonqui. Hacemos las cuentas en una servilleta del bar un día que estábamos almorzando y vemos que sí, maestro, que te vas a Canadá.
Y así llegamos al verano de 2011, en el cual nos encerramos en los R-5 y grabamos nuestro sexto disco, al que titulamos En mi hambre mando yo. Cogemos la grabación, le damos dos besos al Kolibrí y veinte euros para sus gastos y lo mandamos para el guiri, acompañado de Jaime Sanz Mapatxe, el nuevo técnico del estudio, que aún no sabemos si es muy bueno pero no hace más que reírse, y a nosotros pues también nos da la risa, que no es poco.

Y poco más que contaros, ayer, día 16 de agosto de 2011, Kolibrí y Mapatxe llegaron de los bosques sanos y salvos con un disco que creo que es el mejor disco de rock que se ha hecho en la historia de la humanidad. Humildemente, ojo. El día 27 de Septiembre lo podréis comprobar. Ya veréis.

Kutxi Romero